Dean Stott | Pasó de una dura lesión a batir un récord mundial

Dean Stott se alistó en el ejército con tan solo 17 años y, aunque su propio padre le dijo que no duraría ni “dos minutos”, a los 21 años ya había acabado todos los cursos militares a los que podía acceder, salvo el de las Fuerzas Especiales del Reino Unido.
Solicitó el SBS (Special Boat Services), que hasta ese día solo era accesible a los marines. Después de un largo proceso de selección de 6 meses (con una tasa de aprobación del 4-5%), fue uno de los pocos reclutas que aprobó.
Sirvió durante varios años en el SBS, lo que él llama la “culminación” de su carrera militar.
En el año 2010, la carrera de Dean Stott fue trágicamente interrumpida.
Mientras realizaba un salto HAHO (salto en caída libre con paracaídas a gran altura y gran apertura), se le enganchó una pierna en la línea de liberación cuando saltaba del avión. Intentó desenganchar la pierna por todos los medios posibles antes de que se abriera el paracaídas, pero desgraciadamente no lo consiguió, lo que le arrancó parcialmente la pierna.
Milagrosamente, consiguió aterrizar tan solo con una pierna. Se rompió el LCA, el NCL, el menisco lateral, el gemelo y el cuádriceps, lo que significa que todos y cada uno de los músculos que soportan la articulación de la rodilla se habían roto. La lesión fue tan grave que tuvo que dejar el ejército.
Sin duda alguna, ese fue el golpe más duro de su carrera.

Además de intentar recuperarse físicamente cuanto antes, en ese momento Dean Stott empezó una dura lucha mental para reintegrarse de nuevo a la vida “civil”. Prácticamente de la noche a la mañana, pasó de formar parte de una unidad militar cerrada casi herméticamente y con una rutina diaria estrictamente pautada, a no tener nada que hacer de cara a la sociedad.
Por suerte, tenía una mujer valiente y emprendedora. Una noche, mientras veían la tele, Alana le ayudó a formar su primera empresa de seguridad privada tan solo con un smartphone. Dean se centró al máximo en su trabajo, que consistía desde evacuar embajadas extranjeras en Libia, hasta escoltar a la realeza desde los EAU en su yate de superlujo.
La situación llegó a un punto crítico cuando Dean Stott volvió a casa de un viaje con la camisa manchada de sangre de una víctima. Él le preguntó a su mujer si podría limpiarle la camisa, a lo que ella respondió que realmente le preocupaba más cómo había llegado ahí esa sangre.
Los dos llegaron al mutuo acuerdo de que eso tenía que cambiar. Dean intentó trabajar junto a su mujer Alana en su empresa de construcción de viviendas, pero le costaba mucho mantener la concentración durante las largas y tediosas reuniones sobre sistemas de fontanería y calefacción. Alana no tardó mucho tiempo en reconocer la mirada vidriosa en los ojos de su marido y le dijo que necesitaba hacer algo para estar ocupado, tanto física como mentalmente, y sin volver al desierto.
Dean había empezado a ir en bicicleta al trabajo, que solo son unos 13 kilómetros entre la ida y la vuelta, pero disfrutaba mucho del trayecto y no le dolía la rodilla. Se informó de los récords de ciclismo, desde Aberdeen hasta Dundee y viceversa. Su mujer encontró la Carretera Panamericana, la red de carreteras más larga del mundo que atraviesa 2 continentes y 15 países.
Para hacernos una idea aproximada, es el equivalente a ir en bicicleta desde Londres a Sidney y seguir otras 4.000 millas (6437,376 km).
Dean Stott se presentó para el récord mundial, pese a que nunca había recorrido más de 20 millas (unos 32 km) hasta ese momento, y lo consiguió.
Ya participaba en obras de caridad, siendo embajador de The Royal British Legion y representante de la Asociación SBS. También había realizado una gran labor de caridad con el Príncipe Harry, quien se le acercó mientras pensaba para qué campaña realizar este desafío.
Dean reconoce que no basó su preparación para el desafío como lo hubiera hecho un ciclista, sino que aplicó una serie de pautas militares al ciclismo. Estuvo leyendo sobre el ciclismo, pero quería hablar con las personas que ya habían hecho el desafío antes que él.
Quería hablar con Scott Napier, que lo había completado en 125 días, pero cuando el Guinness lo aceptó, otro hombre llamado Carlos Covarrubias, lo había hecho en 117 días.
Se enteró de que todos sus problemas empezaron en América del Sur y Central. Burocracia en las fronteras, problemas con el idioma, repuestos para la bicicleta, las montañas más altas y los desiertos más cálidos. No quería enfrentarse a todos esos problemas en la segunda mitad del desafío, por eso optó por hacerlo al revés, de norte a sur.
Además de la estrategia operativa, empezó con el entrenamiento físico.
También se tuvo que preparar para las inclemencias del tiempo con las que se iba a encontrar por el largo camino que le esperaba. Por ejemplo, iba a pasar con la bicicleta por el desierto de Atacama en Chile, que es uno de los lugares más secos y calurosos del mundo.
Para asegurarse de poder afrontar tales cambios de temperatura, estuvo en Dubái dos semanas y pasó 8-10 horas al día en la bicicleta a temperaturas superiores a los 40 grados. También estuvo entrenando en un centro de altitud en Londres, preparándose para el mayor puerto de escalada de la Carretera Panamericana de 67 km y 4.000 m positivos sobre el nivel del mar en un día.
Mientras tanto, Dean Stott también estaba buscando patrocinadores, y por eso volaba a Londres para presentar su campaña a posibles interesados.
Pero, sorprendentemente, mucha gente quiso ayudarle y antes de empezar el desafío ya había recaudado más de la mitad del dinero.
El día 1 de febrero de 2016, Dean Stott salió de Ushuaia, Argentina, conocido como “el fin del mundo”. Sabía muy bien que se iba a enfrentar a auténticos desafíos, pero no que las cosas se complicarían desde el primer día. En la primera semana, se encontró con vientos cruzados de 40 mph, obligándole a girar a 45º hacia el viento para seguir recto, lo que le causó una torsión en su rodilla buena.
Afrontó este desafío del mismo modo que hizo con el proceso de selección para el SBS, centrándose en el día a día en lugar de en el objetivo final. Hizo cálculos y dividió la ruta de 14.000 millas (22530,816 km) en días, y cada uno de esos días en 4 grupos de etapas de 50 km.
Controlar su alimentación tampoco fue nada fácil. Gran parte del tiempo que pasó en Argentina y chile dependía de lo que podía comprar en las tiendas y estaciones de servicio, pero eso se acabó en Perú.
Sin embargo, llevaba un buen progreso pese a los problemas en las fronteras y haber reducido la velocidad a casi 40 mph, pero consiguió el mejor tiempo en recorrer América del Sur, consiguiendo su primer récord mundial.
Con esa impresionante inyección de confianza y motivación, Dean Stott renovó fuerzas y llegó a América del Norte en el día 70, 14 días antes que el actual récord mundial. Estaba en una muy buena posición y pensó que quizá podría hasta descansar un día si lo necesitase.
Pero, sus planes cambiaron cuando su mujer Alana lo llamó por teléfono.
Lo habían invitado a la boda del Príncipe Harry y Meghan Markle y para llegar a tiempo a la boda, tenía que cruzar la Carretera Panamericana en 102 días.
Dean continuó avanzando enfrentándose al viento y la nieve en Canadá y Alaska, recuperando milagrosamente el tiempo, en parte gracias a una aplicación que te ayudaba a monitorear su velocidad y dirección del viento. Volvía a estar en una muy buena posición de cara al desafío, pero volvió a recibir otra llamada telefónica en la que le advertían que, Michael Strasser, un ciclista profesional, tenía planes para hacer la Carretera Panamericana en menos de 100 días ese mismo año.
En su incansable lucha para conseguir el récord mundial, Dean se vio obligado a volver a cambiar sus planes sobre la marcha. Durante la etapa final del desafío, pedaleó durante 22 horas seguidas a -18º C para asegurarse de poder llegar a su nueva marca de 100 días.
Dean Stott acabó la Carretera Panamericana en unos 99 increíbles días, batiendo un segundo récord mundial. Durante todo ese tiempo, solo tuvo 5 días libres, tres a causa del clima y dos por la logística, recorriendo 147 millas (236,574 km) al día, con una velocidad media de 16,8 mph. ¿Impresionante? No, ¡esto es mucho más que impresionante! Durante este desafío, quizá ha recorrido unos pocos kilómetros más que cuando va al trabajo en bici…
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Lauren es licenciada en Literatura Inglesa. Siempre le ha gustado nadar, hace unos años descubrió la magia de entrenar con pesas y le gusta esforzarse al máximo en sus clases de Hot Yoga.
Generalmente, los fines de semana le gusta disfrutar de un buen almuerzo y probar recetas nuevas con sus compañeros de piso, cualquier cosa para evitar la pasta en todas sus comidas. Lo más importante de todo es que es una fiel creyente de la teoría de mantener un perfecto equilibrio entre el gimnasio y la fiesta.
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